domingo, 1 de febrero de 2009

IV. Sentimientos



-¿Jamás supiste como era el castillo donde vivías verdad, princesa?

Samantha se dió cuenta de la cierta frase que había citado en aquel momento Rawllet. Ella no había visto más que su aposento y ahora, el de él. Jamás había visto el comedor, el baño, la cocina, el salón… Pero lo que más le intrigaba a Sam eran los jardines de aquel castillo, que deberían ser frondosos, grandes, y llenos de árboles como el que ella miraba todas las mañanas por la única ventana de su aposento.
Rawllet cogió a Samantha de la mano y la dirigió hacia aquel largo pasillo al cual daban lugar sus habitaciones.

-Samantha, siento mucho haberte encerrado todos estos años… He sido muy cruel y espero que algún día sepas perdonarme por lo que te he hecho.

Sam miró a Rawllet y le sonrió diciéndole:

-¿Por qué me dices esto? Sabes que te lo he perdonado, aunque haya sufrido tanto, ahora sé el porqué y creo que te entiendo después de todo…

-Samantha.. Eres preciosa, y tienes un enorme corazón.

Sam se enrojeció al escuchar esas tiernas palabras de los labios de Rawllet, y en ese mismo instante… Rawllet la miró fijamente acercándose cada vez más y más a su boca. Después, un tierno beso surgió de aquellos labios de su amado, en ese instante todo se calló, nada se escuchaba, ni la fuerte lluvia en las copas de los árboles de los jardines, ni los pájaros que aún no habían emigrado a un lugar cálido, ni el sonar del viento entre la hierba, nada. Aquel beso se quedó eternamente solo, encerrado entre labios que nunca habían padecido algo similar a aquella sensación.
Samantha cerró los ojos y Rawllet, al apartarse de su preciosa boca, colocó su índice en la barbilla de Sam para levantarle la cara y hacer que abriera sus grandes ojos celestes, después la miró y le dijo:

-Sam… No sabes lo que siento por tí, no sabes cuánto estoy sufriendo yo ahora al ver lo mal que lo pasaste por mi culpa. Los dos tenemos un mal pasado, pero también tenemos un agradable presente y tendremos un bello futuro. Samantha, te amo.

A Samantha se le escaparon unas lágrimas a escuchar las palabras de Rawllet, le miró a los ojos y le respondió en voz baja y tímida:

-Yo también te amo, y no recuerdes más nuestros pasados, porque… No merece la pena sufrir por algo que ya no es importante, Rawllet, no debe incumbirnos lo que nos pasó. Ahora somos felices, y es lo que importa.

Rawllet afirmó con la cabeza y le cogió la mano para seguir enseñándole aquel exuberante y lujoso castillo.

-Este pasillo es inmenso.

A Samantha se le iluminaban las pupilas al ver con cuán detalle y hermosura adornaba aquel largo pasillo. Los dos caminaban despacio, Sam miraba a todos lados fijándose en cada detalle, parecía como un crío pequeño en un parque de atracciones.


-Samantha, ¿Entramos por esta puerta..?


Sam afirmó con entusiasmo y fue a abrirla. Aquella habitación era el baño principal, era incluso más grande que su aposento. Los azulejos eran oscuros y resaltaban con el reluciente acero de los grifos y toalleros.


-¿Te gusta, princesa?


Rawllet se dió cuenta de que Samantha no tenía palabras.


-Vamos a la sala de estar, te encantará.


La miró y ella le devolvió la mirada con gesto afirmativo. Rawllet pasó su brazo por detrás de Sam aprovechando para acariciarle su preciosa melena clara.

Después, siguieron caminando y Rawllet, al llegar a la puerta de la sala de estar, le dijo a Sam:

-Permíteme, Samantha. Esta sala tiene muchos recuerdos de nuestra madre, aquí era donde ella y yo pasábamos las tardes juntos contándonos anécdotas e historias que inventaba para mí.

Quizás cuando entres recuerdes algo de éste lugar, aunque lo dudo...

Abrieron la puerta y Rawllet entró. Todo estaba lleno de polvo, unas blancas sábanas cubrian los muebles y aquel sofá de esquina que tantos recuerdos le traía a Rawllet. Él se sentó en el sofá y miró hacia abajo recordando e intentando evitar que aquella escurridizas lágrimas escaparan de sus ojos. Luego, escuchó un ruido, se giró hacia la puerta y vió a Sam sentada en el suelo mirando hacia acabajo..


-¿Sam..? ¿Qué te ocurre?


Rawllet fue a levantarla pero Samantha hizo fuerza para que Rawllet no le viera su rostro. Unos segundos después, Sam levantó la cabeza y le dijo a Rawllet...


-Hermano.. Lo recuerdo...